La manzana podrida - crónica Mayra Fernández

 3 de julio de 2022 


A quien prefija omnipotentes normas

y una secreta y rígida medida

a las sombras, los sueños y las formas

que destejen y tejen esta vida.


Si para todo hay término y hay tasa

y última vez y nunca más y olvido

¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,

sin saberlo, nos hemos despedido?


            "Límites " de Jorge Luis Borges.







La manzana podrida


Hace un año y ocho meses, inició  un juicio histórico en Argentina: 14 miembros de la Policía de la Ciudad fueron imputados por homicidio agravado y encubrimiento en un procedimiento policial irregular. 


Todo había comenzado un miércoles. Lucas González se levantó por la mañana y salió de su departamento en el barrio Florencio Varela para entrenar en el club Barracas Central. Ese día, además, el número 10 de la Sexta División de las Inferiores acompañó a sus amigos a sus pruebas de fútbol. Salieron del entrenamiento alrededor de las 9:30 muy contentos. A partir del viernes, jugarían todos para el mismo equipo. La alegría les duró, literalmente, veinte minutos. 


De regreso a sus casas, ya en la localidad de San Eduardo, notaron que un  sospechoso vehículo los perseguía desde hacía ya varias cuadras. La pesadilla comenzó. Los chicos se asustaron y aceleraron pensando que les estaban intentando robar. Decidieron conducir en dirección a Alvarado y Perdriel en busca de auxilio. Algunas zonas en la Provincia de Buenos Aires cuentan con menos herramientas de seguridad que las de Capital Federal, debieron optar entre lo malo y lo peor. Su barrio era uno de los tantos tomados por el crimen.


Paradójicamente, el auto sin patente que cruzaba en rojo para acorralar a los menores de edad pertenecía a la Policía Federal. Los miembros de la brigada vestidos de civiles, sin identificaciones, les comenzaron a disparar.  Lucas recibió dos tiros en la cabeza. En estado de shock, sus amigos escaparon de aquella escalofriante escena mientras llamaban al 911, pero les daba ‘ocupado’. Fue entonces cuando se dirigieron hacia un patrullero estacionado,  esperando que de esta manera los efectivos policiales los ayudaran. Sin embargo, los oficiales bajaron y los esposaron como criminales, con Lucas agonizando de dolor en el asiento trasero. 


Los privaron de su libertad durante doce horas. No les informaron sobre sus derechos a una llamada ni a un abogado. Doce horas encarcelados, mucho más que el tiempo récord de varios delincuentes. Sus familias se enteraron de la situación por los vecinos. Los rumores, a partir de los informes oficiales, eran que había ocurrido un tiroteo entre la Policía y unos ladrones. La orden de arresto decía que los jóvenes se habían negado a identificarse. Los policías aseguraban haber visto a uno de los adolescentes señalar un kiosco, y sacar un arma de fuego de un gran bolso. Esa fue la justificación que dieron al enfrentamiento 


La prensa nacional habló de un : “Ladrón abatido” (Clarín), de un “tiroteo entre delincuentes” (Perfil), de una “persecución policial terminó con un chico baleado” (Infobae). Sin embargo, minuciosos estudios médicos concluidos a partir de la autopsia revelaron que nada de eso era cierto.


  •  que vayan y busquen lo tenga que buscar para justificar esto, que mande gente de brigada al recorrido a ver si realmente descartaron.

  • yo aunque no soy perito técnico balístico: el tiro está de atrás negro, le voló el frasco. 

  • ¿ Por qué no lo llamas al Perro y le decís que venga a para emprolijar esta cagada?


Algunos de los audios  de los policías involucrados en el caso.


 Lucas era el dueño del “sospechoso bolso”. Dentro llevaba una botella de dos litros de agua, su camiseta,  shorts y unos botines desgastados. Las únicas armas del joven contra el mundo siempre fueron esos botines desgastados. Cuenta la historia, que eran su amuleto de la suerte. Negros como los primeros que usó a los cuatro años, cuando conoció su pasión por el fútbol. Desgastados porque cada vez que le ofrecían comprar unos nuevos él insistía en que no hacía falta. Sus amigos le decían Cachete, porque siempre estaba sonriendo. Aseguran que era un chico humilde y generoso. Por las noches nunca faltaban las conversaciones durante la cena donde contaba como soñaba devolverles todo el esfuerzo que hacían por él sus papás. 


Le arrebataron su mayor aspiración, ser jugador de fútbol profesional. Nunca jugó para su cuadro favorito. Sin embargo, el 22 de noviembre, cuando ya llevaba cinco días sin vida, ocurrió algo increíble. En la final de la Primera Nacional contra Tigre, segundos antes de darse por vencidos, el equipo de rayas blancas y rojas metió el gol que significó su ascenso a la máxima categoría nacional aún teniendo todo en su contra. Barracas Central al finalizar el partido dedicó un conmovedor silencio y un abrazo al cielo. Como pocas veces sucede en el fútbol argentino, los hinchas de los equipos rivales se unieron aquel lunes en la cancha de Banfield y gritaron todos juntos emotivos: “Justicia por Lucas González ”


Tenía 17 años y murió el 17 de noviembre  a las 17:45. Ese mismo día la Policía de la Ciudad cumplía cinco años en operaciones oficiales. Esa noche, teniendo con Lucas 121 casos de gatillo fácil desde su creación, la Policía Bonaerense iba a celebrar su aniversario con una cena de gala en el Teatro Colón.     


“ Tienen sus rituales y dinámicas. Siguen un método que les asegura salir del crimen invictos. Están organizados según criterios de selectividad. No es casual que las víctimas sean, casi siempre, jóvenes varones y morochos que viven en barrios pobres y andan con gorra o ropa deportiva. La policía nunca se equivoca, siempre detiene a las mismas personas. Y cuando tiene que matar o dispara, la puntería siempre recae sobre las mismas personas: el blanco siempre es el negro” escribe el docente Esteban Rodríguez Alzueta para Cosecha Rojas. 


A 46 años de la dictadura cívico militar se siguen torturando y desapareciendo personas. Cinthia, se enteró que su hijo se encontraba luchando por su vida en el hospital El Cruce porque movió cielo y tierra para saber dónde estaba; no la llamaron de ninguna comisaría ni de sanidad. La segunda autopsia revela que Lucas fue quemado por un cigarrillo en la mano. Segunda porque en la primera se aseguraron de borrar evidencias. Los sobrevivientes aseguran haber vivido violencia física y psicológica. 


Al día siguiente de donar los órganos de su hijo  allí estaba,  en la Plaza de Mayo. Con una vela como  corazón sobre sus manos, y  la pulsera que le había regalado Luqui el Día de la Madre en su muñeca derecha. No quería venganza, quería Justicia. Había organizado una Marcha Pacífica. Cree que las leyes están para ser cumplidas. Llevaba puesta una remera blanca con la imagen de Lucas en el pecho. Su rostro era pálido, su mirada perdida. Por debajo de sus ojeras violáceas se notaban sus ojos aguados.  Los labios resecos, grisáceos. Su garganta carraspera, junta fuerzas y expresa intentando no romper en llanto: “A mi hijo no me lo devuelve nadie. Somos buenas personas, criamos a un chico con valores. No por vivir en la villa somos malos. Lo extraño tanto. No veo la hora de soñarlo y que me diga “mamá estoy bien”. Todos los días sirvo cinco platos de comida. Siempre le dejo algo preparado. Siempre estoy pensando en él. No quiero que piense que lo olvidamos. Dejó la ventana abierta para que sepa que siempre lo tenemos presente, a nuestro lado.” 


Desde 1983, la CORREPI (Coordinadora contra la represión policial e institucional) lleva contadas 7.901 personas asesinadas por el aparato del Estado desde la vuelta a la democracia hasta la fecha. Sus miembros sostienen que también, lo que ningún gobierno plasmó, fue lo que determinó en 2003 la Corte Interamericana de Derechos Humanos al ordenar al Estado Argentino a que derogue todas las normas que habilitan a las fuerzas de seguridad a detener y requisar personas, por fuera de dos hipótesis constitucionales: el delito real o la orden judicial preexistente. No aceptar un Estado que pone  su aparato policial al servicio de una política de minorías, menos tolerar y encubrir acciones ilegales dentro de la fuerza de seguridad  que deberían estar destinadas a garantizar la vida y los bienes de todos los individuos por igual.


Este año la organización lleva por título “La Deuda es con el Pueblo". La situación es desesperante y requiere de cambios urgentes.El gatillo fácil ya no es patrimonio de la Policía. Se trata de una violencia institucional, generalizada y difundida como práctica cotidiana en la sociedad. Por lo cual, esta problemática debería convertirse en un punto central en la agenda política, en los debates académicos y en la opinión pública. La indiferencia, el silencio, significa ser cómplice. 


El caso de Lucas es un importante precedente en el marco de las luchas antirrepresivas. No solo significa la detención del agente que disparó, sino a todos los efectivos que  manipularon la escena y abusaron de sus funciones para justificar un caso más de gatillo fácil como muestra del racismo estructural en Argentina. 

Hay que identificar la manzana infectada a tiempo para que no contamine al sistema entero. 




Comentarios

Entradas populares de este blog

Esta persona triste nació de un enojo descontrolado.

El caballo de Troya - Teórico 3