Esta persona triste nació de un enojo descontrolado.

 




La persona deprimida antes tuvo un enojo dice Rolón. Me pongo a analizar esa oración. Si, puede ser. Estoy enojada con mi forma de actuar aunque si escarbo un poco más sé estoy furiosa con todo lo que no me quedó otra que lidiar, con la historia que me toca contar y los pedazos de vidrio roto en los que aprendí a caminar.

 Y si, leí mucha psicología ya. Me mentalizo que es mi responsabilidad, que tengo que enfrentar lo que decido tomar de los demás, que tengo que organizarme mis prioridades y mis cruces por cargar. Entiendo cuanto me pesan estas mochilas cargar. Lo sé, no me repitas más frases clichés que ya me las memoricé. Carajo, como duele. Te juro que puedo comprender todo lo que pasa desde la racionalidad. Te estoy escuchando, enserio, te creo, pero mi corazón y mi mente no fueron por el mismo lado. Maldita ceguera. Intento cruzar de carril pero se me va la cabeza para cualquier lado. Que peligroso el camino de los nervios, las inseguridades y los sueños frustrados. 

Mierda, me está asfixiando. La garganta me duele y ya no hay tal puente que me ayude a cruzar este descampado. Me lastima, me arde, siento que me fusilaron. Camino con el alma un poco perdida y las balas en mi mano. 

- ¿Cuando llegamos? - Sé que me pregunta siempre la nena que alguna vez  fui pero no puedo mirarla a los ojos,  tengo el pecho hecho añicos, no se como juntar mis propios pedazos. Me desconozco en el trazo. - Ni idea-  responde mi adulto alborotado. 

No entiendo cómo vencer este infierno y salir viva sin convertirme en diablo ¿cómo vuelvo a ser un ser alado? Mi ángel me extraña y me llama desde el otro lado. Dejaré migajas de pan para cuando me disponga al fin volver de este viaje tan largo. Sin querer entré en un laberinto y cada vez es más difícil lidiar con mis pasos. 


Otra noche difícil hablando conmigo misma, Mai

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